20021118

IMA: UNA AGENCIA (DE FOTÓGRAFOS) PARA CHILE

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© Cristián Labarca Bravo. © All rights reserved.


por Cristián Labarca Bravo

¿Qué propone hoy la Agencia IMA? A poco más de dos años de su creación; ¿mantiene su apostolado original?, a saber: “Proponemos una visión personal en todos los campos de la imagen fotográfica: la actualidad noticiosa nacional e internacional, la comunicación institucional y comercial, la expresión individual del reportaje y el retrato. Nos involucramos en el desarrollo de los más ambiciosos proyectos culturales y artísticos (...) Ofrecemos un testimonio honesto y comprometido desde el lugar donde ocurren los hechos. Miramos la actualidad muy de cerca, hoy para documentar mañana la historia”.

Pertenecer a una famosa agencia de fotógrafos... Internarse en lugares remotos en busca de una historia que relatar, acceder a esos mundos –al otro lado del globo o en nuestro propio barrio- que desde niños nos cautivan, y empaparse de la realidad, vivir el periodismo en busca de la noticia de interés nacional y mundial. Y publicar el fruto de nuestra curiosidad en una prestigiosa revista internacional, para más tarde –quien sabe, quizá- exponerlo en la capital mundial de la fotografía, cual Sebastián Salgado o Josef Koudelka. ¿No es éste el sueño más recurrente de miles de jóvenes fotógrafos, sean éstos de prensa, documentales o ‘autorales’?

El camino al cielo, esta especie de búsqueda de la consagración profesional y espiritual, suele ser más escabroso de lo que se piensa. En Chile –este país que pareciera servirnos sólo para criticarle sus falencias- la barrera económica, ni que decirlo, es la primera que se impone, en general para cualquiera que se interese por la fotografía. Pero otra realidad, el atisbo de una solución, es la que se vislumbra cuando los fotógrafos se disciplinan, aúnan esfuerzos e ideales, y con profesionalismo deciden asir el mundo en forma de colectivo... ¿No fue ésta la historia que unió a Henri Cartier – Bresson, Robert Capa y David Seymour, en 1947, bajo el alero de la sociedad “Magnum”? ¿No es éste (la idea de formar junto a un grupo de amigos, lentes prodigios, una agencia fotográfica de las características de Magnum, RAPHO, Sygma o Gamma, en Chile) otro sueño eterno de nuestros fotógrafos? Según algunos, el sueño al fin parece haberse cumplido.

Las dos bottles of spirit se mantienen rebosantes (pero esta vez en Santiago de Chile) desde 1999. Ese año, un grupo de profesionales de la mirada -la mirada hurgadora, incisiva y crítica- decidió llevar a la práctica un antiguo anhelo que, de boca en boca, circulaba en forma de manoseado proyecto eternamente postergado: El de ofrecer una mirada al mundo, una visión personal en el amplio campo de la imagen, ya sea de prensa, institucional y comercial o como expresión individual del reportaje y el retrato, pero defendiendo, siempre, la autoría del oficio de fotógrafo. El grupo que se reunió, bajo el nombre de IMA Agencia de Fotógrafos, quedó constituido por Claudio Pérez (1957) y Rodrigo Gómez (1968), como socios fundadores e inversionistas. Junto a ellos estaban Javier Godoy, Miguel Navarro, el español Elde Gelos y el francés Eric Facon, como miembros asociados. Y si el mercado y la demanda así lo exigían, adherían como colaboradores esporádicos (que en realidad cedían su conocido material según los requerimientos) nombres como el de Alejandro Hoppe, quien hoy se desempeña como fotógrafo presidencial del gobierno de Ricardo Lagos. La iniciativa (que tuvo como precedente a un primer grupo compuesto por Gómez, Godoy y Facon; la ‘Agencia Aujourd’ hui’) se concretó al fin.

¿Y al despertar, qué?

A veces los sueños nos persiguen aún despiertos... Y nos ofrendan día a día. Así parece sucederle a estos inquietos fotógrafos. Pero ¿qué sucedió entonces? ¿Qué propone hoy la Agencia IMA? A poco más de dos años de su creación; ¿mantiene su apostolado original?, a saber: “Proponemos una visión personal en todos los campos de la imagen fotográfica: la actualidad noticiosa nacional e internacional, la comunicación institucional y comercial, la expresión individual del reportaje y el retrato. Nos involucramos en el desarrollo de los más ambiciosos proyectos culturales y artísticos (...) Ofrecemos un testimonio honesto y comprometido desde el lugar donde ocurren los hechos. Miramos la actualidad muy de cerca, hoy para documentar mañana la historia”. Ante abanico tan amplio, los organizadores fueron precavidos y no faltos de visión. El grupo aunaba inquietudes variopintas. Mientras Pérez gestaba y mantenía vínculos con importantes empresas del país, Godoy y Gelos (Miguel Ángel Felipe) se desempeñaban en el diario capitalino Las Últimas Noticias, como reportero gráfico y editor, respectivamente, y Gómez incursionaba cada vez con mejores resultados en el mundo del retrato y el ensayo, para revistas como Elle - Chile o el diario francés Liberation. Por supuesto, el deseo de Pérez y Gómez era que IMA llegara a ser mediador importante entre el trabajo de jóvenes talentos, tales como Tomás Munita y Miguel Navarro, y los clientes habidos y por haber de la empresa.

Es Rodrigo Gómez quien responde: “Lo fundamental es diferenciar entre una agencia ‘de fotógrafos’ y las agencias noticiosas o el banco de imágenes. Una agencia de fotógrafos, como IMA, es aquella donde la estructura es gestionada por los mismos fotógrafos para valorizar y favorecer el trabajo de los fotógrafos, en términos del oficio y del autor. En el banco de imágenes, los dueños se preocupan de vender fotografías, de satisfacer a sus clientes y ganar dinero con esta transacción. Igual sucede en la agencia de fotógrafos, aunque sin ser esto lo que predomina. Lo nuestro es la fotografía y su autor. En una banco de imágenes, en cambio, las fotografías son anónimas, y no hay un deseo de relato ni de posicionarse social y políticamente frente a lo que se está fotografiando. Una cosa es reflexionar con la fotografía, a través de un discurso, y lo otro es utilizar ésta en términos netamente ilustrativos. En ese sentido creo que hemos mantenido la línea. ¿Cuál es nuestra intención hoy, en Santiago de Chile?: Tener una agencia de fotógrafos, que no es simplemente un colectivo de fotógrafos que se juntan y hacen una página web; No es sólo compartir un espacio, un taller entre dos o tres fotógrafos... Sino esta manera de funcionar con una intención frente a nuestro trabajo y nuestra manera de abordarlo, con cierta identidad, lo que significa que los fotógrafos deben hallar una coherencia entre ellos, y no que hagamos fotos parecidas. Adoptamos nuestras propias decisiones frente al cómo queremos que nuestras imágenes sean utilizadas”.

Como en medio de esto, reconocen, “también hay una necesidad cotidiana de trabajar y avanzar, ganarse la vida con nuestra profesión”, el proyecto requirió de ciertas exigencias mínimas, es decir, involucrarse en la arriesgada aventura requería de capital, organización, disponibilidad de tiempo completo y otro requisito fundamental: Cada miembro debía ceder su archivo personal de imágenes, para la creación de un sólo gran archivo que la agencia administraría con mayor agilidad que si éste permaneciera, por separado, en el hogar de cada uno de sus miembros. Después de dos años se cortó por lo sano, el tiempo y las experiencias fueron los mejores decantadores y el estado de las cosas volvió al orden deseado por Pérez y Gómez, quien admite: “Todavía la agencia no tiene la capacidad de administrar el archivo completo de otros fotógrafos. Sin embargo, se mantiene el espíritu inicial, que es ser el núcleo, un corazón que ha sabido posicionarse, obtener contactos y relaciones importantes con gente que hace festivales, con la prensa, empresas que nos quieren y fotógrafos que han venido a ampliar nuestro campo de acción”.

De esta forma, IMA mantiene hoy –desde su nueva casa en calle Root 535- un estrecho y muy efectivo sistema de cooperación con un selecto grupo de fotógrafos ubicados en sitios estratégicos de América Latina, como Eduardo Verdugo en Chiapas, México, Maglio Pérez en República Dominicana, Tomás Munita en Panamá, Marcelo Salinas en Colombia, Evelyn Ruman en Brasil y Diego Giudice en Buenos Aires, Argentina. “Si una agencia europea necesita, por ejemplo, fotos de México, se hace el trabajo y la facturación es de agencia a agencia –explica Gómez. O en el caso de un festival sobre la fotografía latinoamericana que se realizará en Holanda, nos contactaron y de inmediato colocamos 20 trabajos de fotógrafos del continente. En el fondo, ¿qué es la agencia? Es un centro, un relevo entre fotógrafos y medios, empresas o agencias. Eso está funcionado hoy”.

-¿No les afecta no tener a mano el archivo personal de estos fotógrafos asociados?
-No, porque como no trabajamos con la inmediatez de una agencia de noticias... Supón que aparece una editorial francesa que está haciendo un libro sobre los grandes puertos del mundo, y nos pide imágenes de Valparaíso. Yo sé muy bien quién tiene trabajos que a nosotros nos interesan de Valparaíso, los recopilo y en un corto plazo envío algo de calidad.

-¿Pueden los fotógrafos jóvenes ofrecer su material para que éste sea divulgado por la agencia?
-Sí, puede ser. Ahora, el nivel de exigencia es igual al que tenemos para con nuestros trabajos. No nos interesa acumular imágenes por acumular, como lo hacen otras agencias, que tienen una foto de De la Rúa, sin ningún interés, pero la tienen. Quizá lo óptimo es tener, pero nosotros privilegiamos la calidad por sobre la cantidad.


© Cristián Labarca Bravo. © All rights reserved.


La proyección

“Otra cosa importante es la incorporación de dos nuevas personas a la agencia, que no son fotógrafos y se encargarán de la parte administrativa, o sea de los proyectos especiales con empresas, de las relaciones con los medios de comunicación y con el ámbito cultural nacional -cuenta el fotógrafo. Creo que este año hemos ascendido un escalón más, vivimos hoy una agencia real, un espacio propio y bien complementado con una infraestructura digital, archivo, edición, diseño y transmisión de imágenes y un funcionamiento a la par de las agencias de fotógrafos de otros puntos del planeta”.

-¿Alcanzaron el nivel óptimo?
-No, queremos más. Debe funcionar mucho mejor. Pero estamos con proyectos, no estamos lamentándonos.

-En esta idea de “ofrecer miradas al mundo”, ¿qué mirada propone Agencia IMA al Chile actual, al Chile que algunos quieren ver como el país de punta en Sudamérica, democrático, con una oposición fuerte por parte del mundo empresarial de derecha, una oposición que traba cualquier posibilidad de crecimiento?
-Hemos reflexionado mucho, como chilenos y como fotógrafos, en torno a la memoria. Chile tiene un problema de memoria, un pasado doloroso. Trabajamos en torno a eso, no sólo con “El Muro de la Memoria”. Claudio, por ejemplo, está desarrollando un trabajo (denominado hasta el momento como ‘Huellas’) en que fotografía espacios donde operó la dictadura; Centros de tortura, casas y sitios de detención... Un trabajo muy plástico, muy bello, pero mostrando una cosa que fue terrible, totalmente denunciable. Y también, por ejemplo en torno a este Chile cotidiano, que en los últimos 10 años ha vivido un cambio de una dictadura a un intento de democracia, se están haciendo trabajos que creo tienen mucho que ver con este mundo nuevo, que va rápido. La ciudad de Chuquicamata, por ejemplo, va a desaparecer, porque hay que sacar la tierra de la mina y ponerla en algún lugar. Y como transportarla hacia el desierto es costoso, sale más barato construir otra ciudad. Entonces se está tapando, la ‘torta’ de Chuquicamata va avanzando hacia la ciudad, y eso es un fenómeno impresionante, donde los parámetros que corren son del orden económico, del mundo capitalista. Sale más caro poner la tierra un poco más allá, en el desierto, entonces se tapa una ciudad y se construye otra. ¿Qué significa eso en torno a la memoria de un pueblo, de su gente?. Claudio está viajando cada un mes a fotografiar a la gente y los lugares que las autoridades van cerrando, hasta lograr un registro importante de eso. Y por mi parte, estuve en Argentina. El último tiempo he viajado tres veces a Buenos Aires, estoy captando el pulso, algo así como las sensaciones de lo que está sucediendo. En Argentina se vive algo dramático, en un país flamante, un país ejemplo del continente, hoy la gente tiene hambre. Todos los argentinos me preguntan: ‘Y cómo está Chile’, como diciendo ‘allá están bien’, y yo, no... Por pudor, pero también porque no me parecería nada de extraño que se dé vuelta la tortilla, porque así funciona el sistema capitalista.

-¿Cómo se tradujo este deseo de estar presentes en todos los campos donde se utiliza la fotografía?
-Apuntamos al mundo empresarial, y firmas como Codelco Chile, Minera Los Pelambres, Gener, Enap, Consejo Minero o el Ministerio de Educación, han sido algunos de nuestros principales clientes. En cuanto a la prensa chilena, ésta no trabaja con fotógrafos independientes, entonces el espacio que nos brinda es muy pobre y los presupuestos que tiene son lamentables. Así las cosas, se ha ido dando mejor una relación con la prensa extranjera, fundamentalmente europea, de Estados Unidos y parte de América Latina, lo cual es, también, más excitante para nosotros. Aún así, en Chile yo hago retratos, todos los domingos, para el diario Las Últimas Noticias y hemos tenido una buena relación con revistas como Rocinante y Elle. Pero, definitivamente, nos hemos concentrado en medios como el New York Times, News Week o el francés Liberation, cumpliendo pedidos de retratos de gente que está en Chile, como sucedió con el escritor Alberto Fuguet que fue portada del News Week o una entrevista para el New York Times, un reportaje sobre la situación en Argentina para Telerama, uno sobre la sensualidad del tango para un suplemento sobre sexo en Cosmopolitan u otro sobre San Pedro de Atacama para Gatopardo, de Colombia.

“Finalmente, en este último sector cultural, seguimos trabajando y formulando proyectos con fotógrafos como Patrick Zachmann o Susan Meiselas, ambos de Magnum, además de otros más personales. Sin ir más lejos, ya afinamos los últimos detalles para una reunión en París con Robert Delpine, el editor que descubrió en Francia a Robert Frank, a través de “Los Americanos”. Esperamos, también, los resultados del Fondart para mejorar “El Muro de la Memoria” y acordamos con la administración de Matucana 100 la postergada muestra al público de “El Amanecer de Chile” (ver recuadro). Entonces, estamos en estos tres focos, tres focos indispensables para estar en el mundo, en la actualidad, viendo qué pasa, reflexionando y llevando la cosa a algo quizá aún más personal, aunque siempre tratando de entender lo que necesitan nuestros clientes. Pero en el fondo, son tres sectores que se mezclan. Muchos hacen la diferencia entre el trabajo personal (para la exposición) y el trabajo de prensa (‘para vivir’). No es esa nuestra intención, sino que todos nuestros trabajos sean personales, adecuados al pedido, pero siempre con la intención de la autoría, cualquiera sea el soporte o el trabajo, ya que un trabajo de prensa puede perfectamente ser utilizado en una empresa, mientras que lo mismo que publicamos en revistas o como imagen corporativa, puede ser llevado a museos, galerías o libros.

-¿Cuánto están dispuestos a ceder, cuál es el límite ante las exigencias de una empresa?
-Es que no es una cosa de ceder, sino de entender lo que se necesita y que resulte algo bello. Ahora claro, por lo general, en un 90% no tenemos problemas con nuestros clientes, porque ellos entienden nuestra intención y nos quieren, porque somos apasionados y estamos enamorados de lo que hacemos, no lo hacemos simplemente para poder facturar. Hay gente con la que llanamente no te entiendes y... o se cumple, para que quede satisfecho ese cliente, o te peleas, cosa que todavía no nos ha sucedido con nadie... En el fondo, nuestra idea es enseñarle a la gente a leer, para después pasarle la poesía. A nuestros clientes les hablamos con esta pasión, les explicamos de qué se trata todo esto y entonces éste se da cuenta de cosas que no se había imaginado que podía alcanzar por medio de la fotografía.


El fotógrafo Claudio Pérez, en la hoy desaparecida oficina de IMA, en calle Root, Santiago.
© Cristián Labarca Bravo. © All rights reserved.


El amanecer tardío

Entre los proyectos culturales más interesantes gestados el año pasado desde IMA, destaca “El Muro de la Memoria” (junio de 2001), mural fotográfico permanente, de aproximadamente 40 metros cuadrados, que reúne 950 imágenes fotográficas de los 1.192 detenidos desaparecidos durante la dictadura militar. El proyecto -auspiciado en gran medida por el Fondart- está ubicado en el puente Bulnes, sobre el emblemático río Mapocho.

Pocos meses más tarde, Gómez presentó en Santiago su libro: “Gemelos, un viaje con el teatro La Troppa” (Ed. LOM, 2001), que comenzó con las primeras funciones del grupo en la Casa Amarilla, continuó en el Festival de Avignon y finalizó con una gira por varias ciudades de Francia.

Pero es, sin duda, el postergado estreno de “El Amanecer de Chile”, el proyecto que ha generado mayor expectativa. Financiado por el Fondart, “El amanecer de Chile” consiste en el acto fotográfico de trece fotógrafos -Soledad Montero, Sergio Pérez, Antonio Quercia, Andrés Cruz, Héctor López, Javier Godoy, Elde Gelos, Verónica Quense, Thomas Wedderwille, Claudio Pérez, Richard Salgado, Rodrigo Gómez y Miguel Navarro- que entre las 05:00 AM. y el mediodía del 30 de noviembre de 2000, dejaron impreso su punto de vista –documental, de autor, publicitario o periodístico- del lugar que, a lo largo de Chile, les tocó fotografiar.

A la fecha, sólo se ha mostrado parte del resultado final del proyecto (hace un año, para la 1ª Bienal de fotografía de autor, en Coquimbo, y actualmente en Barcelona) ya que las conversaciones con la empresa Metro SA., que facilitarían la muestra para este año en la capital, naufragaron. Finalmente, “El Amanecer de Chile” se expondrá, en forma íntegra, a comienzos del 2003 en Matucana 100.