20060515

FOTOAMERICA 2006. La Bienal.


En 2004 reunieron 160 exposiciones y la empresa, impulsada por el fotógrafo Roberto Edwards, busca batir su propio récord, emulando a los grandes festivales latinoamericanos. Aquí, un adelanto de lo que viene.

por Cristián Labarca Bravo

El próximo 8 de noviembre se dará inicio a la segunda versión del festival de la fotografía más ambicioso del que se tenga memoria en Chile, y también del más exitoso. A la cabeza de esta iniciativa, que en 2004 consiguió reunir -escuche bien- más de 160 exposiciones de Arica a Puerto Montt, está el que algunos ya denominan "nuevo mecenas" del arte del lente: el fotógrafo y empresario Roberto Edwards.

Pero a sus 69 años, modesto, Edwards se apura en negar la condición de protector. Algo no muy difícil de entender en el director de la Fundación América o, como lo definiera la periodista Ximena Torres Cautivo: "Antiestablishment y motor de éxitos editoriales como las revistas Ritmo en 1965 y la Paula divertida y feminista de fines de los 60. Vestido con jeans a medida y camisetas blancas, muy preocupado de no parecer rico y de no ofender a nadie, se da el lujo de tener una escultura de Botero en el patio contiguo a los estudios donde hace las fotos de moda y, ahora, de sus famosos Cuerpos pintados, que lo han llenado de gloria".

Claro que se trata de una "gloria" que no se compran todos. El crítico de arte Justo Pastro Mellado, por ejemplo, planteó el 2003 (en un artículo que tituló La feria del cuerpo), que el proyecto de Edwards no pertenece al campo artístico, sino al de las comunicaciones, como plataforma de especulación en la industria editorial: "Roberto Edwards ‘paulaniza’ la historia del arte en Chile, convirtiendo su ostentación tecnológica, en estrategia gráfica de adelgazamiento de la historia". Y agregó: "Cada cual resuelve cómo gasta su dinero. Roberto Edwards lo tuvo para montar un serio y riguroso proyecto editorial. Pero por qué debíamos esperar rigor y seriedad de todo esto. Es solo un gran niño con juguete nuevo. Un juguete nuevo avejentado por sus propias dudas autorales".

Ni el primero ni el último. A comienzos de la década, el empresario se obsesionó con un nuevo y colosal juguete que al fin obtuvo en 2004: FotoAmérica.

"La semilla prendió"
La iniciativa de Edwards tiene un frustrado antecedente: El Primer (y último) Mes de la fotografía, organizado en Santiago en 1996 por el desaparecido Centro Nacional de la Fotografía, orquestado en ese entonces por el luego cuestionado fotógrafo Doifel Videla.

Una década más tarde nadie se atrevía a repetir el gesto que, a su vez, tenía sólidos referentes: Mois de la Photo à Paris, Foto España, Meis da Fotografía (Sao Paulo, Brasil), Festival de la luz, Encuentros Abiertos de Fotografía (Argentina), el potente Fotoseptiembre (México) y, Mirafoto (Lima, Perú, la inspiración confesa de Edwards).

Este año, el empresario se ha propuesto "mejorar y profundizar" lo ofrecido en 2004. "Ya la semilla prendió, y la fotografía como una más de las bellas artes está brotando en Chile; su futuro como género está garantizado", dice con tono de bienhechor, convencido de que FotoAmérica "logró, en el momento propicio y preciso, la consolidación de una conciencia colectiva acerca de la validez de la fotografía como expresión artística".

La fecha límite para inscribir exposiciones este año es el 31 de julio. Edwards, apoyado fuertemente por dos mujeres conocedoras del medio, Cristina Alemparte y Verónica Besnier (ver recuadro), comenzó con un año y medio de anticipación a contactarse con fotógrafos, curadores, galeristas y directores de instituciones para que éstos programen exposiciones "que reúnan las características propias de nuestra bienal". ¿Cuáles son estas? Recogiendo las críticas, Edwards busca abrir el festival al mundo, potenciando la presencia de exposiciones internacionales, privilegiando la calidad por sobre la cantidad e instaurando un eje temático: "América".

Sobre lo visto en 2004, Edwards se mostró entonces más que satisfecho: "La calidad fue muy buena, no tengo ninguna queja. Ojalá que en el futuro hagamos un poco mejor la coordinación de las fechas y horas de inauguración, de manera que no coincidan tantas un mismo día y a la misma hora. Eso fue una lástima, pero son cosas menores. En un análisis global, de nota 1 a 10; un 9,5".

-La principal queja fue que primó cantidad en vez de calidad. Era más efectista decir ¡150 exposiciones! ¿Por qué no hubo una curatoría como se acostumbra en las bienales?
-Porque no se trata de eso. En ningún caso lo hemos planteado como una selección de lo mejor de la fotografía. Hablamos con los medios, ya sea el Bellas Artes o un café concert y les dijimos ‘ustedes escojan la muestra que les llame la atención, por la razón que sea’. Lo que nosotros buscamos es la diversidad, que haya distintos tipos de muestras. En la fotografía no hay una respuesta, no hay una foto buena, es como la literatura, hay muchos lenguajes y muchas formas de hacer las cosas. No ha llegado el momento de que nos especialicemos al grado de decir ‘vamos a hacer este tipo de fotografía’. No, lo que queremos es una cosa muy general, que la gente vea la gran diversidad temática y formal que hay en el desarrollo de la fotografía. No estoy de acuerdo con esa crítica. He recorrido festivales en distintos lados y no me gusta cuando son muy sesgados, puede que no coincidas con el gusto de la persona que hizo la matriz y entonces pierdes alternativas. ¿Le gustaría que hubiera una biblioteca sólo de los coleópteros en el mundo? Yo prefiero una biblioteca súper universal, que tenga un poco de todo.

-El que cada fotógrafo deba gestionar y financiar por sí solo su muestra, posibilitando un evento como este a cambio de difusión es, para algunos, un abuso que lo deja a usted como gestor de un gran evento.
-Cero, porque a mí me interesa un rábano figurar, es que me da exactamente lo mismo. ¡Y es que no hicimos nada! Simplemente hablamos con las galerías, les dijimos por qué no hacen esto y cada uno tomó el asunto y lo quiso hacer. No es mérito nuestro, se dio... por suerte que se dio. Salió muy bien y sería bueno continuar porque a todo el mundo le gustó.

Artículo publicado el lunes 15 de mayo de 2006 en la sección de Cultura de Diario Siete.

FOTOAMERICA 2006: Cristina Alemparte y Verónica Besnier



por Cristián Labarca Bravo

Cristina Alemparte y Verónica Besnier son coordinadoras y productoras de FotoAmérica. Con ellas han debido relacionarse los fotógrafos interesados en exponer en el festival y a ellas apunta Roberto Edwards a la hora de repartir laureles: "Ellas hicieron todo. Yo puse la idea, ellas hicieron el trabajo. Pienso que las mujeres en este país son espectaculares, en todo orden de cosas. Es odioso hacer comparaciones, pero siempre me ha resultado más fácil formar equipos de mujeres, porque las encuentro más comprometidas, naturales y más jugadas", dijo a Diario Siete a fines de 2004.

Alemparte, fotógrafa y curadora, creadora en 2002 de la hoy desaparecida galería Le Click, y Besnier, curadora y mujer clave en la gestión de la visita a Chile de las muestras de Robert Doisneau, Yann Arthus-Bertrand, Henri Cartier-Bresson y Elliot Erwitt, aclaran: "Un mecenas corre con todos los gastos de un festival, en ese sentido Roberto no lo es. Pero nos abre sus puertas, todas sus instalaciones, él hace mucho por la fotografía. Pero que también nosotras tenemos que salir a la calle a buscar auspicio, está claro".

Críticas al medio chileno, señalan que para la primera versión de FotoAmérica, los fotógrafos desempolvaron trabajos que tenían guardados, mientras que "ahora están trabajando para la versión 2006". Creen que el evento fue muy beneficioso para este arte en Chile, y ejemplifican contando que el fotógrafo Mario Vega vendió su exposición "Génesis" completa. Otra que vendió fotografías -algo aún poco usual en Chile- fueron Alexandra Edwards y Claudio Bertoni. Claro que ambos expusieron en el sector Alonso de Córdova.

-Paz Errázuriz y Claudio Bertoni venden utilizando la vitrina del bazar The Clinic. ¿Están los fotógrafos chilenos siendo cotizados a niveles del mercado extranjero?
-No. Paz Errázuriz puede vender en 1000 dólares una foto suya, pero no creo, no es conocida en el extranjero. Sucede como con los pintores, un Gonzalo Cienfuegos por ejemplo, que en el mercado americano vale algo, pero en el mercado francés no va a valer nada. Es aquí donde hay un mercado para ellos, Paz Errázuriz puede vender sus fotos en 500 mil pesos, Portugueis en 200 mil, y la vende. Hoy, la fotografía tiene más presencia, por ejemplo en los restaurantes, como decoración. En el hotel Mirarmar de Viña hay foto, el Haytt se decoró con fotos de arriba a abajo. Los fotógrafos están aprendiendo que hay que seriar las copias y que hay que escribir la técnica que usaron.

La dupla asegura que para este año "no hay ningún espacio en general que no esté adherido a FotoAmérica", destacan la presencia y buena llegada que tiene el evento en regiones y adelantan: "Nuestra exposición icono este año va a ser Amrik (América), muestra brasilera que habla de la integración de las comunidades árabes en América Latina". Se trata de una veintena de fotógrafos latinoamericanos entre los que -en la versión original- sólo figuraba un chileno: Rodrigo Gómez-Rovira. Pero las productoras agregaron dos más -una de ellas Soledad Campaña y Mario Vivado- y les encargaron trabajar el tema.

Suman la presencia de una colectiva peruana integrada por fotógrafas de la talla de Magdalena Ortiz y Alejandra Bedoya, bajo la curatoría de Roberto Huarcaya, el director artístico de Mirafoto, Lima, Perú. Alemparte y Besnier gestionan además la venida de una colectiva boliviana y otra argentina, con la presencia de fotógrafos como Patricia Terán y Aldo Sessa.

Sin embargo, reconocen que grandes maestros como Cartier-Bresson no estarán presente: "No, este año es la puerta abierta a América". ¿Sebastiao Salgado? "Nos come el presupuesto de Fotoamérica", explica Besnier. ¿El crédito criollo, Sergio Larraín? "No quiere exponer en Chile", responde Alemparte.

*Entrevista publicada el lunes 15 de mayo de 2006 en la sección de Cultura de Diario Siete.