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Carolina Furque se acercó a la fotografía por una de esas sospechosas “casualidades” que la vida nos depara, y que un día la llevaron a encontrarse con un extraño aparato que su padre guardaba: la cámara que “por curiosidad y ocio” recogió y no dejó de usar hasta el día de hoy. Luego entró a la universidad y sólo en los últimos dos años “encaré la fotografía sistemáticamente y ya procurando que se convierta en un oficio que me permita vivir”. Reconoce la influencia de Daniel Barraco, su maestro de técnicas de laboratorio blanco y negro en 1996 y actual pareja, ya que “conociendo su manera de trabajar se me abrió un panorama nuevo y variado”. Junto a él expuso el `97 la muestra: “Noche de Circo”, en el Museo del Área Fundacional de Mendoza. Barraco, por su parte, hasta el año 1980 nunca había sacado una fotografía, ni siquiera a su familia. Tenía 25 años cuando una amiga decidió viajar a Mendoza a visitarlo, motivándolo a comprar una cámara para registrar los lugares y momentos que más tarde podrían transformarse en un objeto palpable más fiel que el recuerdo. “El tipo que me reveló los rollos me dijo, che, vos tenés ojo para estas cosas, te salen lindas las fotos. Me di cuenta que la cámara me podía dar un medio de vida, hice matrimonios, cumpleaños... y así estuve los primeros cinco años. Es decir que, la definición de la vocación, lo que hoy me permite hacer un libro... se fue dando paulatinamente. Los dos primeros años aún no sabía si esto era lo que a mí realmente me interesaba”.
De esta forma y por caminos apartes que ahora último se unen, ambos han desarrollado sus imágenes. Las de Barraco nos visitaron en julio del presente año y rápidamente llamó la atención la atmósfera que ellas nos presentan. La misma que el Ex–Director del Departamento de Estampas y Fotografías de la Biblioteca Nacional de París, Jean–Claude Lemagny, calificó de “particular”, ya que según él, ésta “se emparienta con una tradición latinoamericana”. Supimos que al argentino le interesan muchas cosas en su vida, razón por la cual “durante años he llevado una vida muy dispersa. La fotografía me permitió ir dándole un cierto cauce a eso. Así es que mis temáticas las he ido haciendo todas al mismo tiempo”. Comenzó retratando, para su serie de “Artes y Oficios”, a la gente que trabajaba en la heladería de su familia. Pronto continuó con su barrio y los niños que vivían en él, como “Eduardo y Ariel”, dos pibes engominados a lo Gardel, sentados en una especie de bodega de almacén. “Pero nunca he hecho fotografías proponiéndome un tema. Eso quizá hable de una actitud interior dispersa”. Por su parte, el trabajo de Furque se presenta en nuestro país desde el 20 de agosto y hasta el 22 de septiembre, en la Galería Contraluz. La muestra sobre el circo es “mi trabajo más extenso” -comenta- “...tanto en tiempo como en cantidad de fotos. Es el único tema que encaré de manera constante. Lo empecé el `94 y aún hoy sigo fotografiando todos los circos que pasan por Mendoza”.
¿Qué motiva a estos dos fotógrafos argentinos a dejarse llevar por la captura de imágenes? ¿Son sólo las casualidades o el compadre que le encontró “linda la foto”, mostrándole de paso un medio de “ganarse la vida”, los gatilladores de su incursión en este medio? Irremediablemente la fotografía es un medio de expresión y el acercamiento a ésta exige como condición irrebatible querer expresar algo. Y más importante aún; tener algo que expresar. Para muchos, el compromiso del artista es también con su sociedad y realidad histórica que le tocó vivir. Para otros, la función principal es la estética, la “forma por la forma”, lo que a fin de cuentas posee también un valor. En las imágenes de Furque y Barraco esto último irradia con fuerza, sin embargo el contenido documental y social no queda del todo a un lado. Les preguntamos acerca del involucramiento o compromiso con el medio: ¿Cómo se liga tu trabajo con la realidad política, económica, social de Argentina y América? ¿La corrupción, el problema de la droga o la violencia, influyen en tu fotografía o ésta es un ente aparte que anda volando de museo en museo, destinado a “los amigos del arte”?
Carolina Furque: No me acerco a fotografiar nada por su importancia social o estética en sí. En el caso del laburo (trabajo) del circo, éste comenzó por una razón personal y el contacto con los artistas del circo, con su medio, sus virtudes y sus miserias, que me fueron revelando aspectos inesperados. Creo que la decadencia y la soledad actual del circo está muy ligada a cambios sociales y culturales que le han obligado a replegarse (la televisión, por ejemplo) y lo han ido demudando de su magia y audacia. He tomado fotos en fiestas populares y en cabarets, siempre impulsada por curiosidad, por un deseo de entender qué ocurre alrededor mío. No creo poder encarar un tema porque sea "socialmente" importante, tiene que existir una motivación personal fuerte. Luego, inevitablemente, aparecerán en el trabajo opiniones, resaltarán más o menos distintos aspectos, los sentimientos que esos lugares y esa gente han suscitado en uno. Esto se engancha con "elementos que influyen a la hora de escoger determinada temática": yo elegí el circo primero, por curiosidad y por razones personales, pero resulta que después de visitar uno y otro vas ampliando y profundizando esas razones. El circo es visualmente muy atractivo, la carpa, las ropas, la forma de vida, y será por eso que es también un tema muy recurrente, tanto para la fotografía como para la pintura y la literatura. Pero debajo de eso va apareciendo la gente verdadera que lo habita; va uno descubriendo que el circo ya no es lo que era antes, que no hay tanto romanticismo en esa vida trashumante. Todos esos aspectos que aparecen luego de un tiempo van delimitando nuevos motivos y razones para continuar el trabajo. Yo siento ahora que estoy fotografiando un circo que va en extinción, un espectáculo que está en decadencia.
Daniel Barraco: Mirá no sé, no sé que decirte. Me parece un poco insólito lo que me preguntás. Yo estoy por hacer una serie de fotos de chicos que trabajan en las calles de Mendoza, de payasos... ¿Cuál es la conexión que eso tiene con la realidad? No lo sé, no soy un fotógrafo de trincheras ni ando detrás de los círculos de la droga, viendo cómo denunciar eso. Tampoco ando en las villas miserias haciendo... con el respeto que eso me merece. Por otra parte tampoco creo que la fotografía que se expone en museos ande volando por ahí... Está donde puede estar como está también en otros lugares que no son tan finos como los museos. Creo que la relación que tiene con la realidad es la sensibilidad que yo pueda tener para captar esa realidad. Lo que pasa es que también cada uno la capta como puede y desde donde puede. La mía también me parece que es una mirada sobre la realidad, pero una manera particular de ver esta realidad.
-Lo que me gustaría saber es si el público que visita tus exposiciones es gente ligada a la fotografía o al arte, o está más cercana al mendocino común y corriente, como “La Rusa” (1981) u otro de los personajes retratados por ti o por Carolina.
DB: Es gente, en general, que no tiene relación con la fotografía ni con el arte, sólo gente sensible que busca algo que le pueda conmover, emocionar... Supongo que hay una identificación porque así me lo ha dicho la gente. Pero tengo que decirte que a mí no me interesa en lo más mínimo lo que la gente piense de mi fotografía. Lo que sí me interesa es hacer las cosas con honestidad. No mentir ni mentirme. Pero si reflejo o no la realidad no es algo que me preocupe. Sí me preocupa escuchar de la gente cosas de mi fotografía que yo no sabía, en ese sentido me interesa lo que la gente piensa. Pero en el sentido de la opinión de gente como una presión, que a uno lo obligara a hacer determinado tipo de fotografía, no me parece en absoluto... Yo he sido de la generación de la militancia en Argentina, de los años `70, y las primeras fotos que hice eran de obreros porque lo que quedaba de toda esa etapa era que había que fotografiar obreros. Eso me parece hoy como un corsé, algo que me aprisiona (...) Yo creo que las cosas hay que tomárselas en serio pero con un poco de humor y libertad, que es la forma en que uno se recicla. Hay que tomar muchas fotos y hay que querer el trabajo en sí mismo. Hay que querer hacer fotografía, más que querer decir algo con la fotografía, o que digan qué linda que son nuestras fotos. A uno tiene que gustarle el hecho de hacer el trabajo, es lo único que a uno le permite volver a hacerlo, volver a la fotografía.
-¿Qué grado de involucramiento hay entre tú y los lugares y las personas por ti fotografiados?
CF: Siempre que voy a algún lugar a tomar fotos, sea el lugar que sea, preciso un tiempo para entenderme con la gente. Encuentro que es un poco violento llegar e inmediatamente sacar la cámara. Me resulta útil que la gente se acostumbre a mi presencia, que se establezca una cierta confianza. Yo admiro a esos fotógrafos que tienen capacidad para introducirse entre la gente sin romper, con su presencia, el curso de las situaciones.
DB: A riesgo de parecer un poco chocante, a mí no me interesa tanto lo que fotografío, sino el sentido de qué son exactamente esas cosas. No me interesa tanto porque no creo que la fotografía esté en condiciones de hablar verdaderamente de ellas. Lo que sí persigo es emitir alguna opinión sobre lo fotografiado. Sobre el paisaje, la gente, los animales, los niños... Pero lo que ellos en sí mismo son... la verdad no lo sé. A través de mi fotografía de lo que más hablo es de mí y de lo que yo pienso sobre esas cosas, y en ese sentido yo he tratado siempre de estar en ellas, de estar en la vida y no ser un espectador. Es una de las cosas que más persigo en la vida: No estar afuera.
-¿Creen que su trabajo podría ser publicado por la prensa? En el caso de Daniel, que trabajaste en Francia para los diarios Liberation y Le Monde, ¿influyeron éstos en tu fotografía?
DB: Hice algunos trabajos para Liberation y eran trabajos muy presionados por la noticia inmediata, y en ese sentido no significó absolutamente nada para mí esa experiencia. Distinto es lo de Le Mond. Pero llegué a Le Mond por los retratos que ya venía haciendo, retratos de obreros y de artistas. Lo lindo de este diario fue la libertad para trabajar. Conocían mis retratos y quisieron que yo los hiciera a los escritores, pues era para un suplemento literario. El suplemento salía el jueves y yo podía ir el lunes, charlar con el personaje y fotografiarlo. Pero lo que me cambió la fotografía y más aún, la vida, fue ir a Francia. No por Francia, sino por vivir en el extranjero y salir de ese pequeño mundo que es la tierra de uno, donde uno cree que todo es eso. También la gente con la que me encontré allá, tanto fotógrafos vivos como los muertos, por medio de libros. Recuerden que yo he vivido en Mendoza, un lugar provinciano y pobre culturalmente, una sociedad tradicional, y no en Santiago o BAires. El hecho de vivir en una capital es otra cosa.
CF: Yo respeto profundamente el trabajo de prensa de aquellos medios que le permiten al fotógrafo actuar libremente, que conciben el reportaje fotográfico como un medio expresivo. Lamentablemente lo habitual es encontrar que los medios no se arriesgan y terminan publicando fotos "correctas": imágenes de lectura fácil y rápida. En general se limitan a ilustrar las notas. Creo que una fotógrafa como Diane Arbus pudo publicar y hacer su trabajo porque existieron editores que se animaron y respetaron su fotografía. En Argentina son pocos aquellos reporteros que puedan imponer a un medio su estilo. Inexorablemente, y por respetables cuestiones de supervivencia, la mayoría terminan haciendo lo que les reclaman. Yo no hago fotografía de prensa, lo que no significa que algunas cosas que hago puedan ser publicadas en algún medio.
-¿Existe alguna influencia que haya marcado tu trabajo más que otras?
CF: Cuando inicié el trabajo sobre el circo estaba fascinada con las fotos, de circos de la India, de Mary Ellen Mark. Es un trabajo impecable, que actuó como un estimulo. No siento que haya en mis fotos influencias de nadie y nada en particular. En todo caso siento que al mirar algunos libros o trabajos de otros fotógrafos, sobre todo si son buenas fotos, eso me incita a trabajar, me reaviva el deseo de continuar con lo mío. Hace poco, mirando un libro de Eugene Smith, sorprendida por su manera peculiar de copiar sus fotos, pensaba en mis copias, en cómo podía encarar mi trabajo de copiado. Esto no significa que acabe copiando como él, mas bien sus fotos me despiertan una inquietud que tendré que resolver lentamente en el laboratorio.
-En un artículo sobre la fotografía de Miguel Gandert (Luna Córnea nº7. 1995) escrito por Alberto Blanco, se recoge el tema de la fotografía en la frontera entre México y Estados Unidos. Blanco se pregunta: ¿La fotografía de la frontera es aquella que se toma en la frontera o aquella desarrollada por los fotógrafos que habitan la frontera? Lemagny dice que la atmósfera de la fotografía de Daniel, se “emparienta con una tradición latinoamericana” Mi pregunta es: ¿La fotografía latinoamericana es aquella que ha sido captada en Latinoamérica o la que han obtenido los fotógrafos que nacieron y viven en Latinoamérica? Como argentinos, ¿Qué papel creen que juegan en la fotografía latinoamericana, tomando en cuenta que con frecuencia se dice de Argentina que es un país "más europeo" que el resto?
CF: Me resulta complicado responder esta pregunta, porque ¿qué significa ser latinoamericano? Pienso que la fotografía latinoamericana es aquella que sólo pueden hacer los latinoamericanos, donde se encuentren, porque arrastran con ellos eso difícil de definir que somos.
DB: No lo sé. Pero me puedo escudar en un ilustre antecedente: Borges también decía que él no sabía lo que era la literatura latinoamericana. Yo no sé si existe eso. Posiblemente, para la gente de afuera, puedan haber algunos rasgos comunes en nuestra fotografía. Sí, me parece que hay una fotografía muy tironeada por la realidad y por lo dramático de “nuestra realidad”. Cuando uno vive en Europa se da cuenta que si sos un fotógrafo de Francia, bueno, la realidad, y como la fotografía se maneja con la realidad, es infinitamente menos dramática y acusiante que acá. En ese sentido nuestra fotografía debe tener una imagen hacia fuera que la identifica... Estoy pensando en la fotografía mexicana por ejemplo, que refleja, al parecer, el dramatismo de ese país y de esa gente. ¿Qué es Latinoamérica? ¿Qué son los latinos? No sé si tiene una respuesta...
-Me llamó la atención cuando Lemagny dice que viendo una foto tuya, tomada en París, “uno juraría estar en los suburbios de Buenos Aires y en un cuento de Borges, a la vez realista y fantástico”...
DB: Sí, él lo dice a propósito de una foto. Tienen que pensar ustedes que en América Latina, Argentina ha sido un país muy europeizante. Por ahí somos los menos latinos, desgraciadamente. Porque yo digo, si ser latinoamericano todavía es una confusión, ser argentino y no ser por lo menos parte de esa confusión, es peor. Supongo que tenemos una sensibilidad que nos acerca a los europeos y eso ha de aparecer en la fotografía. Pero creo que América Latina es una gran confusión y muchas certezas también, y que yo formo parte de eso también, sin duda. Que los argentinos seamos un país de inmigrantes, bueno, es la historia latinoamericana también. Así que hay que creer o reventar.
(Entrevista publicada en el n9 de revista FOTOgRAFIAS, agosto-septiembre de 1998)