20011115
Patrick Zachmann: DESPUÉS DE LA DETENCIÓN DE PINOCHET, UNA MEMORIA ESTÁ EN CAMINO
Un forastero querido y respetado, especialmente en el ámbito artístico. Sin embargo, un forastero que viene a enrostrarnos una de nuestras incapacidades más difíciles de vencer: La amnesia. Su nombre: Patrick Zachmann (1955). El fotógrafo franco - judío conversó con El Mostrador acerca de Chile, una memoria en camino, obra que a partir del 27 de noviembre podremos ver en el MNBA. ¿Sabremos apreciarla?
Patrick Zachmann ya está en Chile, con su tremendo talento y el cuestionamiento constante ante la memoria y la identidad de los pueblos; con su carga ideológica y su dolor ante la incorregible crueldad humana, legándonos el reflejo necesario ente el espejo: La imagen de nuestros tropiezos para que no volvamos a caer. ¿Nos parece bien que ésta venga de afuera? ¿Qué sabe este hijo de judíos perseguidos por el nazismo en Francia, de Chile y sus cicatrices?
"Es delicado cuando alguien de afuera viene a hablar de temas del interior. Es como si viniera a dar una lección, en este caso sobre el tema de la memoria y la amnesia, que es realmente un deporte nacional acá, incluso en el Estadio Nacional -ironiza Zachmann. Pero sobre este tema, creo que los franceses no tenemos muchas lecciones que dar, porque tuvimos que esperar más de 50 años para que haya memoriales en lugares importantes del nazismo en Francia, sin decir que nunca hubo realmente un juicio de la colaboración francesa con los nazis. Eso no implica que unos y otros -franceses y chilenos- no podamos aprovechar la experiencia para que la historia no se repita", responde el fotógrafo, recordando de paso al cineasta Patricio Guzmán que "con La Batalla de Chile, pero sobre todo con La Memoria Obstinada, me emocionó mucho". "Esta película me dio más ganas de venir a Chile, porque mostraba este problema con la memoria. Por eso insistí mucho para que esta exposición se hiciera acá, porque era necesario. Viniendo de afuera, sin límites, sin tabúes, sin familia víctima de la dictadura o comprometida con ella, con esta distancia y este ojo nuevo, tenía la posibilidad de hacer algo con libertad y decir lo que tenía que decir. Además, esta exposición, la película y el libro, no tienen un sentido único, incluyen el trabajo de dos chilenos: ‘El Muro de la Memoria’, que fue un encuentro importante, un cruce con analogías y preocupaciones similares y, a la vez, un trabajo muy distinto que yo, francés, no habría podido hacer".
-Has dicho que antes de visitar Auschwitz, tu trabajo en Chile era más ‘visceral e intuitivo’. ¿Qué pasó ahí?
-Siempre pensé que podía evitar ir a Auschwitz, creía que sabía lo que ahí había sucedido. Además, como es un lugar de memoria muy importante, ya es un referente del mal, y en cierta medida de la victoria sobre el mal. Yo creía que era un lugar para los demás, para los que no sabían. Hasta que un día, un joven cineasta francés, Daniel Cling, que acababa de ver una película que hice sobre mi padre (que se exhibirá el miércoles 28 de noviembre, a las 18:00 horas, en el MNBA), me llamó para pedirme un favor un poco extraño: Que vaya a Auschwitz en su lugar, porque su padre, que fue un sobreviviente de ese centro de exterminio, iría con su hijo mayor. Cling quería filmar esta secuencia, para recordar y para una futura película. Pero en último momento tuvo un pedido que le impidió ir, y me pidió a mí que lo reemplazara. Tenía dos días para decidir. Pensé que era la ocasión de obligarme a ir y fui, entonces se revelaron en mí cosas que no imaginaba. Tengo muchos amigos no judíos que fueron y volvieron completamente trastornados, había un ‘antes’ y un ‘después de’. Yo lo sentía, porque había leído ‘Si esto es un hombre’, de Primo Levi. No puedes vivir de la misma manera después de leer ese libro. Pero con Primo Levy había un planteamiento más filosófico sobre la experiencia humana. Y ahí uno se da cuenta de la inmensa empresa de exterminio que existió con los judíos".
-Además, en Auschwitz se te reveló algo en relación a tu familia...
-Es cierto. Estuve ahí para el 55° aniversario de la liberación de Auschwitz, con un grupo de sobrevivientes de ese lugar y Birkenau. Fue impresionante porque hoy estamos al final de esta historia viva, estos sobrevivientes son los últimos. Filmé para este cineasta, pero también para mí. Hice fotos y un seguimiento a uno de los sobrevivientes, una persona que me llegó mucho, una persona que trabajaba en Birkenau justo detrás de los hornos, sacándole la ropa y todas sus pertenencias a los muertos. Él me explicó que la mayoría de los judíos fueron exterminados ahí, pues había cuatro hornos y cuatro cámaras de gas, mientras que en Auschwitz sólo había una. Siempre mi padre nos dijo que mis abuelos habían muerto en Auschwitz, entonces este hombre me confirmó, según las fechas, que mis abuelos habían muerto en Birkenau. Puede parecer ordinario, yo mismo no comprendí en ese momento la importancia de esta información, pero encontrarme ahí, en el lugar donde habían muerto mis abuelos, de los cuales yo no conocía siquiera una imagen (vine a ver fotografías de ellos muy tarde) comprendí que era esencial. Porque no sólo estaban muertos, fueron asesinados por los nazis, pero además habían desaparecido. Vivimos siempre con ese traumatismo, sin sus cuerpos, sin concretar la sepultura y, finalmente, sin hacer el duelo. Mi padre nunca pudo hacer el duelo y él transmitió eso, inconscientemente, a sus hijos.
"Estando ahí, frente a los escombros de estos hornos donde murieron mis abuelos, me doy cuenta que necesito esta imagen, y entiendo por qué estuve en Chile y en Argentina. Antes pensaba que mi atracción por Chile se debía a esta obsesión que yo tenía con la memoria, y por la falta de memoria que tengo, cosa de la que sufre este país como yo sufrí en mi propia historia. A eso le agrego el tratar de entender y acercarme a la gente que había sido víctima de la dictadura del general Pinochet. Tratar de entender cómo seres humanos pueden llagar a actos tan inhumanos. Eran razones más filosóficas y políticas. Después de Auschwitz entendí las verdaderas razones -que no anulan las anteriores- las de la desaparición de los cuerpos que llevan a la desaparición de las huellas de la memoria".
-Luego de tus sucesivos viajes a Chile, ¿has notado cambios en nuestra manera de enfrentar el tema de la memoria? ¿Qué reacción crees que tendrán los chilenos ante tus imágenes?
-Vine en diciembre de 1998, para Marie Claire. Luego en febrero y junio de 1999, para hacer mi trabajo en el norte, y el 2000 vine tres veces. Sí, hay un cambio desde entonces hasta hoy. Quizá porque vengo de afuera es que creo que puedo tener la distancia necesaria y decir cuál fue el impacto simbólico que tuvo la detención de Pinochet, por supuesto no hubo juicio y quizá no lo habrá, el gobierno actual está más bien en una postura de dar vuelta la página, de mirar hacia adelante y no al pasado, pero lo que es irrefutable es que una memoria está en camino.
"Hay cosas que me sorprendieron, como es el hecho de que no haya Ministerio de Cultura en Chile. Esa es una huella de la dictadura, pero todavía hoy no lo hay, y creo que es importante decirlo. El lugar que debe tener la cultura en una sociedad democrática debiera ser una preocupación muy importante para el presidente Lagos y los que siguen. Si la exposición actual se pudo hacer es gracias al MNBA, que acoge la exposición pero que no da un centavo (no los hago responsables, pero como no hay Ministerio de Cultura no tienen un peso), pero sobre todo gracias al servicio cultural de la Embajada de Francia, además de muchas buenas voluntades, como la gente que tradujo los textos, aquellos que montarán la iluminación, la gente de IMA, Magnum y el Museo de la Resistencia y la Deportación de Lyon, donde luego -a fines de enero del 2002- será expuesto este trabajo. Es importante revelar lo que nos cuesta el deseo de hacer una exposición en Chile. Si estoy aquí, no es para que hablen de mí, sino porque me parece importante que mi trabajo vuelva a los chilenos. Pero poder lograr eso tiene un costo muy grande, justamente porque no existen estas infraestructuras dedicadas a la cultura, lo que además repercute en los propios artistas chilenos".
Tus fotografías contienen una gran carga ideológica. Sin embargo has hablado de una desilusión...
-Es cierto, hay una desilusión. Hoy ya no me embarcaría con lo mismo que me embarqué ayer, países comunistas en donde la historia ha demostrado que no todo era como creíamos. O sea, ya no es un modelo de sociedad. Pero si tengo alguna certeza, ésta es la de luchar contra el abuso en el tema de los derechos humanos. La otra certeza es la duda... No es algo nuevo lo que digo, mi generación -e incluso la actual- está perdida, no tiene modelos. El capitalismo salvaje tampoco es un modelo. Lo complicado es encontrar algo que no sea ‘en contra de’... contra la globalización, contra los Estados Unidos, contra el comunismo. Si lo relacionamos con mi trabajo, podemos usar el término ‘referencia’. Cuando inicié mi trabajo en Chile, recién había muerto mi padre y yo terminado la película sobre él. Y me faltaba esa referencia, el referente... Estaba en la búsqueda de nuevos referentes afectivos, pero también ideológicos, y en todo caso de referentes humanos, de la naturaleza humana.
-Has dicho que "el video muestra demasiado, mientras que una de las fuerzas del fotógrafo es saber no mostrar demasiado". ¿Cómo se diferencian, en ese sentido, estas panorámicas del trabajo hecho en cine en nuestro país?
-Estas imágenes son el fruto de mi trabajo cinematográfico, porque las hice para la película. Si escogí el formato panorámico es porque desde un comienzo tenía en mente hacer un travelling con mis fotografías, luego me di cuenta que este trabajo existía en forma autónoma, y quise mostrarlo en una exposición y en un libro. Pero mi deseo de hacer cine es también el resultado de una reflexión y una crisis creativa, donde me estaba cuestionando acerca de los límites de la imagen fija. Me encontraba saturado de fotografía, la de los otros y la mía también. Efectivamente digo que el vídeo muestra demasiado, pero esta vez la fotografía no era suficiente para lo que yo tenía que decir, entonces decidí tomar una cámara y un micrófono, no tanto por la imagen cinematográfica, sino para captar el movimiento del tiempo y del proceso de la constitución de la memoria y, también, tomar la palabra, la palabra de las víctimas, pero también la mía. Sigo pensando que la trampa del video es que puede mostrar demasiado, filmé casi 120 horas de película, no sólo sobre Chile. Hice una edición a partir de 18 horas. Y traté de mostrar con el video lo que realmente la fotografía no puede mostrar. Pero a la vez utilizo ésta para captar el silencio, lo que el video no permite. O sea, una vez más la idea de ida y vuelta, y de echo este es el título de mi película: Idas -en plural- y vuelta.
-Terminas el texto que acompaña el catálogo de tu muestra con las siguientes preguntas: ¿De qué memoria se necesita para tener una identidad? ¿Qué relación mantener con lo que nos traumatizó? Y señalas que intentas responder a ellas como fotógrafo, con imágenes. ¿Podrías hacerlo con palabras?
-No sé si pueda. El texto también lo escribí en relación con la película. Creo que ahí respondo y lamentablemente aún no puedo mostrarla, pues no está traducida al español. Sí quiero recalcar que inicié esta película para tomar y dar la palabra. Abusé de testimonios, de sonidos, de entrevistas, justamente lo que la fotografía no da; el fuera de cuadro fotográfico. Poco a poco, a medida que voy avanzando en la película, el espectador va avanzando en su lectura, y yo hablo cada vez menos. Voy dando la palabra a los demás, pero incluso esa palabra va desapareciendo para finalmente darle el lugar a la fotografía, su silencio y por consecuencia su fuerza. Termino con imágenes de Ruanda. Yo no pensaba ir, pero después de Auschwitz... fue el segundo genocidio más importante y pensaba que era imposible no ir. Ahí la historia se repitió. Termino con una serie de retratos de sobrevivientes tutsis. Es un poco una contradicción con mis intenciones iniciales, pero tiene la ventaja de hacerme volver con entusiasmo a la fotografía.
(Entrevista publicada originalmente en el diario El Mostrador.cl, durante el mes de noviembre de 2001)
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